Entrevistas
 
En esta seccion podras ver agunas entrevistas que le hicieron JKR.

Discurso de JKR en Harvard

Los Beneficios del Fracaso y la Importancia de la Imaginación
por JK Rowling

Presidenta Faust, miembros de la Corporación Harvard y el Consejo de Supervisores, miembros de la facultad, orgullosos padres, y sobretodo, graduandos.

Lo primero que quisiera decir es “gracias”. No solo Harvard me ha dado un honor extraordinario, sino que las semanas de miedo y náuseas que he experimentado por tener éste compromiso de dar un discurso me han hecho perder peso. Una situación ganadora en todo sentido!  Ahora solamente debo tomar aire, mirar los banderines rojos, y engañarme a mi misma para creer que estoy en la convención de Harry Potter más educada del mundo.

Dar un discurso es una gran responsabilidad. O eso pensé hasta que recordé mi propia graduación. La oradora de ese día era la distinguida Baronesa y Filósofa  Británica  Mary Warnock. El repaso de su discurso me ha ayudado enormemente a escribir éste, porque resulta que no recuerdo ni una sola palabra de lo que dijo. Este liberador descubrimiento me permitió proceder sin el miedo de que inadvertidamente los influenciara a ustedes a abandonar prometedoras carreras de negocios, leyes, o política, simplemente por el gusto de convertirse en un mago gay.

¿Lo ven? Si todo lo que recordarán en los años venideros es el chiste del “mago gay”, entonces ya estoy mejor que la Baronesa Mary Warnock. Metas alcanzables: el primer paso hacia el mejoramiento personal.
De hecho, me he devanado la cabeza y el corazón pensando en lo que debía decir hoy. Me he preguntado lo que me hubiese gustado tener en mi propia graduación, así como las importantes lecciones que he aprendido durante los 21 años que han expirado desde ese día hasta hoy.

Y he llegado a dos respuestas. En éste maravilloso día en el cual nos reunimos para celebrar su éxito académico, he decidido hablar de los beneficios de fallar. Y mientras ustedes están a punto de ingresar a la llamada “vida real”, quiero también recalcar la crucial importancia de la imaginación.
Estas pueden parecer unas opciones muy Quijotescas o paradójicas, pero por favor escuchen lo que tengo que decir.

Recordar a la joven de 21 años que era cuando me gradué, es una experiencia un poco incómoda teniendo en cuenta que ya tengo 42 años. Hace la mitad de mi vida, me enfrentaba a un extraño balance entre la ambición que tenía para mí misma, y lo que mis personas cercanas esperaban de mí.

Estaba convencida de que lo único que quería hacer, para siempre, era escribir novelas. Sin embargo, mis padres, quienes provienen de entornos pobres y quienes nunca fueron a la universidad, tomaron mi hiperactiva imaginación simplemente como regalo personal que no podría pagar una hipoteca o garantizarme una pensión.

Esperaron que yo me graduara en el ambiente vocacional. Y quise estudiar Literatura Inglesa. Se estableció un compromiso que en retrospectiva no satisfizo a nadie, así que acabé estudiando Lenguas Modernas. Apenas el auto de mis padres volteó la esquina del camino, dejé de estudiar alemán y me escabullí por el Corredor de Clásicos.

No recuerdo haberles dicho a mis padres que estaba estudiando Clásicos. Creo que se enteraron el día de la graduación. De todas las materias de éste planeta, creo que no podrían encontrar una más inútil que Mitología Griega al momento de asegurarse las llaves de un baño de ejecutivo.

Quiero aclarar, entre paréntesis, que no culpo a mis padres por su punto de vista. Hay una fecha de expiración al momento de culpar a tus padres por guiarte en la dirección equivocada. Cuando eres lo suficientemente mayor para tomar las riendas, la responsabilidad siempre está a tu lado. Y aún más, no puedo criticar a mis padres por esperar que yo nunca experimentara la pobreza. Ellos ya eran pobres, y yo entonces ya era pobre, así que concuerdo con ellos en que no es una buena experiencia. La pobreza enfatiza el miedo, y el estrés, y en ocasiones la depresión. Significa miles de humillaciones y necesidades. Salir de la pobreza por tus propios medios, es algo de lo que se debe estar orgulloso, pues la pobreza en sí sólo es romantizada por los tontos.

Lo que más temía de mi misma a su edad no era la pobreza, sino el fallar.

A su edad, a pesar de una carencia distintiva de motivación en la universidad, donde pasé mucho tiempo en las cafeterías escribiendo historias, y muy poco tiempo en las clases, tenía habilidad para pasar los exámenes, y eso, por años, ha sido la medida del éxito en mi vida, por mis esfuerzos.

No soy lo suficientemente ilusa para pensar que porque ustedes son jóvenes, dotados y bien educados, nunca tendrán necesidades o desencantos. El talento y la inteligencia nunca han inoculado a nadie contra los caprichos del destino, así que en ningún momento supongo que todos los aquí presentes han disfrutado su existencia llena de privilegios y consentimientos.

Sin embargo, el hecho de que ustedes se están graduando de Harvard sugiere que no están muy acostumbrados al fracaso. Tal vez hayan tenido miedo a fallar tanto como el deseo del éxito. De hecho, su concepto de fracaso puede no estar muy lejos de la idea del éxito de una persona promedio. Así de alto ya han volado académicamente.

Finalmente, todos hemos decidido lo que para nosotros significa el éxito, pero las palabras no son suficientes para darles un conjunto de criterios si fuera necesario. Así que creo que es justo decir que, de cualquier medida convencional, sólo 7 años después del día de mi graduación, fracasé a una escala épica. Un excepcionalmente corto matrimonio explosionó, y yo estaba desempleada, madre soltera, y tan pobre como es posible serlo en la moderna Gran Bretaña, sin quedarse sin un hogar. Los temores que mis padres sentían por mí, y que yo tenía para mí misma, se convirtieron en realidad, y por todos los estándares usuales, yo era el mayor fracaso que conocía.

No voy a pararme aquí para decirles lo que es el éxito. Ese periodo de mi vida fue muy oscuro, y no tenía idea de pasaría lo que la prensa llama ahora un “final de cuento de hadas”. No tenía idea de qué tan extenso era el túnel, y durante mucho tiempo, cualquier luz al final de él era más una esperanza que una realidad.
Así que por qué hablo acerca de los beneficios del fracaso? Simplemente porque el fracaso significa un camino hacia lo no esencial, me paré pretendiendo que era algo muy diferente a lo que era en realidad, y comencé a dirigir toda mi energía a terminar el trabajo que me interesaba. No triunfé realmente en nada más, pues nunca encontré la determinación de tener éxito en otro campo que fuera de mi interés. Era libre, pues mis más grandes miedos se habían materializado, y aún estaba con vida, y aún tenía una hija a la cual adoraba, y tenía una máquina de escribir y una gran idea. Y entonces la roca del suelo se convirtió en los fundamentos sobre los cuales reconstruí mi vida.

Tal vez ustedes nunca fracasen a la escala que yo lo hice, pero algunas fallas en la vida son inevitables. Es imposible vivir sin fallar en ocasiones, a menos que vivas tan cautelosamente que no estás viviendo en realidad, en cuyo caso, fallas por defecto.

El fracaso me dio una seguridad interior que nunca experimenté al pasar los exámenes. El fracaso me enseñó cosas acerca de mi misma que no hubiese podido aprender de otra manera. Descubrí que tengo una fuerte voluntad, y más disciplina de la que esperaba. Y también descubrí que tenía amigos cuyo valor es mucho más alto que el de los rubíes.

La noción de que has surgido más sabia y más fuerte desde el fondo significa que eres, para siempre, segura de tus habilidades de sobrevivir.  Nunca te conocerás verdaderamente, ni las fortalezas de tus relaciones, hasta que ambas sean puestas a prueba ante la adversidad. Ese conocimiento es un verdadero regalo, por todo lo que se ha ganado con esfuerzo, y que vale más que cualquier calificación alguna vez obtenida.

Si me diera un máquina del tiempo o un Gira-Tiempo, me diría a mi misma a los 21 años que las felicidad personal reside en saber que la vida no es una lista de adquisiciones o logros. Sus calificaciones, su currículum, no son su vida, aunque conocerán a muchas personas de mi edad o mayores quienes confunden estos dos aspectos. La vida es difícil, y complicada, y más allá del control de cualquier persona, y de la humildad de saber que se te permitirá sobrevivir a sus vicisitudes.

Tal vez piensen que escogí mi segundo tema, la importancia de la imaginación, porque parcialmente la usé para reconstruir mi vida, pero eso no es todo al respecto. Aunque defiendo el valor de las historias para dormir hasta mi último aliento, he aprendido el valor de la imaginación en un sentido mucho más amplio. La imaginación no es sólo la capacidad única de los humanos de visionar lo que no es realidad, y por lo tanto, la fuente de todas las invenciones e innovaciones. Es sin duda la capacidad más transformadora y reveladora, es el poder que nos permite enfatizar con humanos cuyas experiencias nunca hemos compartido.

Una de las experiencias formadoras más grandes de mi vida preceden a Harry Potter, aunque está presente en lo que subsecuentemente escribí en los libros. Esta revelación provino en la forma de uno de mis primeros trabajos diurnos.  Aunque me dedicaba a escribir historias durante mis horas de almuerzo, pagaba la renta a mis 20 años al trabajar en un departamento de investigación en las instalaciones de Amnistía Internacional en Londres.

Allí, en mi pequeña oficina, leía asombrada cartas desprovistas de regímenes totalitarios, de hombres y mujeres que se arriesgaban a ser arrestados con tal de informar al mundo lo que les estaba pasando. Vi fotografías de aquellos que desaparecieron sin rastro, enviadas a Amnistía por sus desesperadas familias y amigos.  Leí el testimonio de víctimas de tortura y vi imágenes de sus heridas. Abrí resúmenes escritos a mano de juicios de ejecución, de secuestros, y de violaciones.

Muchos de mis compañeros de trabajo eran ex-prisioneros políticos, personas que han sido desplazadas de sus hogares, o enviadas al exilio, porque tuvieron la temeridad de pensar independientemente de su gobierno. Los visitantes de nuestra oficina incluían a aquellos que iban a dar información, o que intentaban averiguar qué paso con quienes fueron forzados a dejar atrás.

Nunca olvidaré a una víctima de tortura Africana, un hombre no mayor a mí en ese momento, quien se volvió loco después de todo lo que tuvo que soportar en su tierra. Temblaba incontrolablemente al hablar a una cámara de video acerca de la brutalidad que se le infringió. Era un pie más alto que yo, y parecía tan frágil como un niño. Se me dio la tarea de escoltarlo a la Estación Subterránea, y éste hombre cuya vida había sido sacudida tan cruelmente, me tomó de la mano con una exquisita cortesía, y me deseó un futuro feliz.

Y desde entonces recuerdo caminar por ése vacío corredor y de repente escuchar, desde detrás de una perta cerrada, un grito de dolor y horror como nunca antes había oído. La puerta se abrió, y la investigadora sacó la cabeza y me dijo que corriera a preparar una bebida caliente para el hombre sentado junto a ella. Me acababa de dar la noticia de que en retaliación por hablar en contra del régimen de su país, su madre había sido atrapada y ejecutada.

Todos los días laborales de mis 20 años se me recordaba lo afortunada que era, de vivir en un país con un gobierno elegido democráticamente, donde la representación legal y un juicio público son los derechos de todos.

Todos los días, veía evidencias de las maldades que la humanidad infringe en sus compañeros humanos, para ganar o mantener el poder. Comencé a tener pesadillas, literalmente, acerca de algunas de las cosas que vi, oí, y leí.

Y además, aprendí más acerca de la bondad de la humanidad en Amnistía Internacional de que había aprendido antes.

Amnistía moviliza a miles de personas que nunca han sido torturadas o encarceladas por sus creencias de actuar a favor de quienes sí lo han sido. El poder de la empatía humana, que conlleva a la acción colectiva, salva vidas, y libera prisioneros. La gente ordinaria, cuyo bienestar y seguridad están asegurados, se unen en cantidades enormes para salvar a personas que no conocen, y que nunca conocerán. Mi pequeña participación en ese proceso fue una de las experiencias más humildes e inspiradoras de mi vida.

A diferencia de cualquier otra criatura de éste planeta, los humanos podemos aprender y comprender, sin tener que experimentar. Podemos pensar por nosotros mismos dentro de las cabezas de otras personas, e imaginarnos a nosotros mismos en los lugares de otros.

Por supuesto, este es un poder, como mi creación de magia ficticia, que es moralmente neutral. Uno puede usar esa habilidad para manipular, o controlar, tanto como para comprender o simpatizar.

Y muchos prefieren no ejercitar su imaginación en absoluto. Ellos escogen permanecer cómodamente dentro de los límites de su propia experiencia, sin preocuparse por pensar cómo se siente haber nacido siendo otro.  Ellos se rehúsan a escuchar gritos o a mirar dentro de jaulas. Pueden cerrar sus mentes y corazones ante cualquier sufrimiento que no los toque personalmente. Pueden rehusarse a conocer.

Podría estar tentada a envidiar a las personas que pueden vivir de esa manera, a excepción de que no creo que ellos tengan menos pesadillas que yo. Escoger vivir en espacios limitados que conllevan a una forma de agorafobia mental, que trae sus propios terrores. Creo que las personas sin imaginación ven más monstruos. Y a menudo están más asustadas.

Además, aquellos que escogen no enfatizar podrían activar a monstruos reales. Sin tener que comprometernos a reivindicar la maldad en nosotros mismos, operamos en secreto con esto, a través de nuestra propia apatía.

Uno de los muchos aspectos que aprendí al final del Corredor de Clásicos en el cual me aventuré a los 18 años, en búsqueda de algo que no podía definir en ese momento,  fue esto, escrito por el autor Griego Plutarco: “Lo que logramos en el interior cambiará la realidad exterior”.

Esa es una asombrosa frase que se comprueba miles de veces cada día de nuestras vidas. Expresa, en parte, nuestra inescapable conexión con el mundo exterior, el hecho de que tocamos las vidas de otras personas simplemente al existir.

¿Pero a cuántos más de ustedes, graduandos de Harvard de 2008, les atrae la idea de tocar las vidas de otras personas? Su inteligencia, su capacidad del trabajo arduo, la educación que se han ganado y recibido, les ha dado un estado único, y unas responsabilidades únicas. Incluso su nacionalidad los aparta. La gran mayoría de ustedes pertenecen sólo al super-poder restante del mundo. Las manera como voten tiene un impacto más allá de sus límites. Este es su privilegio, y su carga.

Si escogen usar su estado e influencia para elevar su voz a favor de los que no tienen voz. Si escogen identificar no sólo lo poderoso, sino también lo que no tiene poder. Si conservan la habilidad  de imaginarse a sí mismos en las vidas de otras personas que no tienen sus ventajas, entonces no sólo serán el orgullo de sus familias quienes celebran su existencia, sino de miles y millones de personas cuya realidad ustedes habrán ayudado a transformar para bien. No necesitamos magia para cambiar al mundo, pues ya llevamos el poder necesario dentro de nosotros mismos: tenemos el poder de imaginar algo mejor.

Ya casi termino.  Tengo una última esperanza para ustedes, que es algo que ya tenía a los 21 años.  Los amigos con los que me senté el día de la graduación lo han sido durante toda mi vida. Por ejemplo los padrinos de mis niños, las personas con quienes he contado en tiempos difíciles, amigos que han sido tan amables como para no demandarme por usar sus nombres para los Mortífagos. En nuestra graduación nos unía un enorme afecto, por nuestras experiencias compartidas en un tiempo que ya no podrá volver, y por supuesto, por el conocimiento de que tenemos cierta evidencia fotográfica que sería excepcionalmente valiosa si cualquiera de nosotros se convirtiera en Primer Ministro.

Así que hoy, no les puedo desear nada mejor que amistades similares. Y mañana, espero que aunque no recuerden ni una palabra de lo que dije, recuerden las palabras de Seneca, otro de aquellos antiguos Romanos con los que me encontré en el Corredor de los Clásicos, como refugio de mi carrera, en búsqueda de la vieja sabiduría:

“Como un cuento, así es la vida. Lo que importa no es qué tan larga es, sino qué tan buena es”.

Les deseo buenas vidas a todos.

Muchas gracias.

 

Mas sobre los premios James Joyce

Estos frases contienen algunos datos sobre Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Si no has leido el ultimo libro, no leas lo que esta marcado en rojo.

Acerca de Dumbledore y Snape: 
“… con Dumbledore, de manera un poco deliberada, no podemos darnos cuenta de su vida privada porque sus interacciones con Harry siempre son acerca de Harry, lo cual establece el hecho de que en el séptimo libro Harry piensa “¿por qué nunca pregunté eso?” Él se ha ido ahora y nunca pensó antes en decirle: “¿y qué hay acerca de usted?”. Es al final de esas conversaciones que en mi opinión ocurren después del duelo, cuando se arrepiente de no haber preguntado. Y también que creo que Dumbledore siempre ha sido una figura de semi-Dios para Harry en varias maneras, pues él setía que no podía hacerle preguntas personales.”
“Con Snape, por otra parte, tuve que ir dejando pistas a lo largo de los libros por que en el séptimo libro es cuando tenemos la escena reveladora donde todo cambia y nos damos cuenta que Snape era… cuál era la motivación de Snape. Tuve que crear esa trama a lo largo de los libros porque en el punto en el que te das cuenta de lo que realmente está ocurriendo, sería una absoluta trampa para el lector simplemente decirle toda esa información sin antes haberla presentado de alguna manera… Oh, por cierto, todo esto iba pasando en el trasfondo.”

Acerca de Evanna Lynch: 
“No recuerdo en cierto punto… bueno, en la escena de la batalla final en Las Reliquias de la Muerte, te vuelves consciente de cuánto dinero has gastado. En sólo dos páginas!”
“El único actor o actriz que alguna vez tuve en la mente mientras escribía fue Evanna Lynch, quien es absolutamente perfecta como Luna. Debo admitir que escuché su voz en mi cabeza cuando escribí el libro [Ooooh…]. Lo sé! Amo a Evanna Lynch, ella es fantástica. Fue una perfecta elección de casting, de veras… a ella no le preocupará que diga esto, pues en completamente tranquila al respecto, ella es Luna! Tiene el estilo de Luna, en su personalidad, y ha causado una gran impresión en mi… es muy hermosa, pero de una forma inusual. De modo que ocasionalmente escuché su voz al escribir los libros. Pero además de ella… nadie más…”

Acerca del Vaticano y los libros vetados:
“Fui invitada a una especie de simposio en el Vaticano. Les fue difícil contactarme y temo decir que estaba muy corta de tiempo cuando recibí la carta. Así que allí hay alguien de mente abierta con respecto a Harry Potter. Siempre lo he sentido y aún lo hago… Primeramente, siempre he alegado por la anti-censura. Creo que es tonto y equivocado vetar los libros. Segundo, siento… y creo que eso en conjunto con que los libros claramente tienen que ver con temas mitológicos del folklor, muchas personas los ven como un culto. Yo no lo veo así, pero muchas personas sí… pero eso siempre ha antagonizado a un cierto número de Cristianos. Y me siento bien con eso (risas). Realmente me siento bien.”

Acerca de Snape y Lily: 
“Cuando apenas se publicó El Prisionero de Azkaban, recuerdo que una mujer me dijo: ‘Creo que Snape ama a Lily’… y yo pensé ‘Oh Dios mio, ¿qué dejé escapar?’ A menudo, varias personas estuvieron escalofriantemente en lo cierto.”

 

Acerca de volver a escribir sobre Harry Potter: 
“Honestamente, esperaría al menos 10 años antes de regresar. Por mi propia salud mental. Porque ha sido horrendo decirle adiós a él. Durante 17 años, él fue LA constante de mi vida, Harry. Sin embargo, fueron 17 años bastante perturbadores. Y realmente terminarlo fue… bastante regocijante. Cincuenta por ciento fue puro regocijo, y cincuenta por ciento fue pura devastación. No podía, seguía diciéndome que no escribiría más acerca de ese mundo. Fue muy duro para mi. Aunque aún lo necesito… es como un antiguo novio: no podemos ser amigos por el momento, necesitamos un tiempo, pero luego, cuando hayan pasado los días, podemos tomar una taza de café. Ser formales…”




Premio James Joyce

Las cosas que dijo JKR son estas (cuidado spoliers!!)
Estos frases contienen algunos datos sobre Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Si no has leido el ultimo libro, no leas lo que esta marcado en rojo.  :
 
Rowling ha confirmado que la trama de Snape y Dumbledore se forjó antes de que La Piedra Filosofal fuera publicada, y mantiene que no piensa en las películas cuando escribe.

- Si Jo pudiera conocer a un personaje, definitivamente sería Dumbledore para pedirle perdón por haber revelado su homosexualidad (aunque le habría tentado un abrazo de Hagrid).
- Ante la oposición del Papa por Harry Potter, confiesa que no sigue el tema. Definitivamente se opone a la censura y ve a Harry Potter más como un libro moral que de conversión.
- Jamás pensó en matar a Harry, aunque le gustó que la gente pensara en esa posibilidad.
- La teoría “Dumbledore era Harry desde el futuro” gana como la peor teoría que ha escuchado nunca.
- Le hubiera gustado incluir a Mafalda Weasley en los libros (la prima de Ron.


Entrvista concedida al diario EL PAIS
 
Esta entrevista contiene algunos datos sobre Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. Si no has leido el ultimo libro, no leas lo que esta marcado en rojo. 

Pregunta. Suele hablar usted de Scott Fitzgerald, un melancólico.
Respuesta. Sí, he hablado de él para hacer una distinción entre un escritor que por naturaleza y talento tuvo el impulso de escribir y que como hombre no pudo compaginar esa necesidad de escribir con su vida social. Lo mencioné porque en estos días tan mediáticos parece que existe la obligación de que el escritor sea un personaje público. En mi caso, la gente piensa que, como soy una escritora reconocida, debería ser buena dando entrevistas y saliendo en cámara. La gente espera verte disfrutar en programas de televisión y que te guste ser un personaje público, un performer. Pero no lo soy. Me gusta la vida del escritor. Disfruto de la soledad, me siento bien estando sola, mientras que Fitzgerald, a pesar de su enorme genialidad, tuvo conflictos de este tipo que creo que contribuyeron a su enfermedad mental y a su alcoholismo.
P. Bebía para encontrarse solo.
R. Sí, pero su elección de pareja dice mucho. La gente que nos atrae dice mucho de quienes somos. Y no pudo buscar una vida tranquila con Zelda [la esposa de Fitzgerald]. Él decidió estar con alguien que a veces le hizo imposible es escribir y trabajar. Él no tuvo esa calma, que es tan necesaria para poder crear.
P. Es curioso, a veces en Harry Potter, sobre todo en las últimas entregas, hay un grado de melancolía, y de soledad, que recuerda a Fitzgerald.
R. Indudablemente. Es la melancolía que nace de una pesadumbre. Y Scott Fitzgerald tuvo dos pesadumbres: la pesadumbre de su talento y su necesidad de crear y la pesadumbre de su vida privada, que era catastrófica. Creo que esas dos pesadumbres son suficientes como para llevar al alcoholismo a cualquiera.
P. Esas pesadumbres pueden venir de esa época entre la infancia y la adolescencia, cuando llegan los fantasmas y se quedan contigo para siempre.
R. Sí, creo que los adolescentes están muy cercanos a la muerte. Sienten que se les presiona tanto que, para ellos, la muerte está a un paso. Son personas muy frágiles. En Gran Bretaña hay una cultura de miedo hacia los adolescentes, hacia la juventud en general. Y no debería ser así. Tendríamos que estar protegiéndoles en lugar de protegernos de ellos.
P. Habla de la muerte. En los libros seis y siete de Harry Potter la muerte aparece no sólo como palabra o pensamiento, sino como una posibilidad, una evidencia y una realidad.
R. El plan siempre fue ese, que la muerte apareciera ahí. Desde que era niño hasta el capítulo 34 del séptimo libro, a Harry se le exige ser un hombre mayor en cuanto que se le obliga a que asuma la inevitabilidad de su propia muerte. Así que lo usted dice es correcto. El plan [de la serie de novelas] era que él debía tener contacto con la muerte, y con la experiencia de la muerte. Y siempre fue Harry, solo, el que debería tener esa experiencia. Sus íntimos amigos nunca fueron testigos como él, hasta la última batalla. Y aún así, Ron y Hermione siempre están protegidos, aunque tienen que luchar, como él, en el libro
5. Y todo me lo planteé a conciencia, porque el héroe tiene que vivir cosas, hacer cosas, ver cosas por su cuenta. Es parte de ese aislamiento y de esa melancolía que conlleva ser un héroe.
P. Ese capítulo 34 [“Tumbado boca abajo, con la cara sobre la polvorienta alfombra del despacho donde una vez creyó estar aprendiendo los secretos de la victoria, Harry comprendió que no iba a sobrevivir”] suena al principio de Cien años de soledad, de García Márquez.
R. Es muy halagador.
P. Es un libro sobre la muerte, y obviamente sobre la soledad, como el suyo… El personaje de Cien años… acompaña a su abuelo a ver el hielo, y usted lleva a Harry a visitar la muerte…
R. Para mí ese capítulo es la clave de todos los libros. Todo, todo lo que he escrito, fue pensado para el preciso momento en que Harry se adentra en el bosque. Ese es el capítulo que yo había planificado durante diecisiete años. Ese momento es el corazón de todos los libros. Y para mi es el verdadero final de la historia. Aunque Harry sobrevive, de eso nunca hubo dudas, él llega a alcanzar ese estado único y muy raro que es aceptar su propia muerte. ¿Cuántas personas tienen la posibilidad de aceptar su muerte antes de morir?

P. Es una experiencia cercana a todos. Cuando uno ha visto la muerte en una persona cercana se pregunta cómo será esa mirada que ya nunca veremos, qué pasará después.
R. Definitivamente. Y me resulta extraordinario que a pesar de que todos sabemos que vamos a morir, la muerte sigue siendo un misterio. Pensamos que la muerte es como algo secreto que le ocurre a muy poca gente. Y de pronto alguien cercano se muere y entonces cae la bomba. Inmediatamente uno se da cuenta de que la muerte nos llega a todos. Todos vamos a morir. Harry tiene un entendimiento precoz de la muerte, mucho antes de ese capítulo 34. Y eso tiene un evidente paralelismo con mi vida. Si alguien de tu vida cercana se muere, como se murió mi madre, se vuelve explícito el hecho de que la muerte nos llega a todos. Y es algo con lo que has de vivir siempre.
P. Precisamente García Márquez es el que dice, con ironía, “ahora se muere gente que antes nunca se moría”.
R. Exacto. Es así.
P. Y dice el profesor, en este libro, después del capítulo en el que Harry se acerca a la muerte: “No tengas pena de los muertos, Harry, sino de los que están vivos. Y, sobre todo, de aquellos que viven sin amor. Si vuelves, quizá puedas evitar más muertes y más heridos, más familias rotas”. Alguien que dice eso tiene que haber tenido ambas experiencias: la vida, la muerte, y el desamor.
R. Sí, remite a la idea de que si tratas brutalmente a una persona, esa persona se volverá brutal. Eso no lo conseguimos aprender. Continuamos maltratando a la gente, con la esperanza de que aprendan. Pero lo único que aprenden es a ser brutal, y el ciclo se repite. ¿Cómo paramos ese proceso? Si le contestara sería un político, no una escritora. Pero ese proceso debe parar. Porque lo único que hacemos es convertir a la gente en asesinos.

P. Vivimos en épocas oscuras y tristes, lo dice usted en sus libros, y en este especialmente. ¿Cómo vive usted esta época?
R. Tengo que creer en la bondad de la gente. Creo que la gente es, por naturaleza, buena. Pero actualmente sigo muy de cerca la política americana. Estoy obsesionada con las elecciones en Estados Unidos. Porque tendrá efectos profundos en el resto del mundo. La política exterior de Estados Unidos en los últimos años ha afectado, para mal, tanto a su país como al mío. Así que estoy muy interesada por lo que pasa allí.
P. ¿Y si tuviera una varita mágica qué haría?
R. Quiero a un demócrata en la Casa Blanca. Y me parece una lástima que Clinton y Obama tengan que ser rivales porque ambos son extraordinarios. Gane quien gane de los dos estaré contenta.
P. Esta mañana, al entrar en el hotel vi que llevaba un Times en la mano, y en la portada había una foto de Hillary llorando.
R. Bueno, era lágrima pequeñita. Y ella se puede permitir una lágrima de vez en cuando. La vida política es muy dura para una mujer. Si no lloras, eres una hija de p***. Y si lloras eres débil. Es difícil. En cambio, es aceptable llorar para el hombre.
P. Llorar es a veces una manera de reír.
R. Puede ser. Y en este caso, después de haber leído la noticia, esa lágrima efectivamente era una lágrima feliz.
P. Soledad, muerte. Hablamos de cosas oscuras. A lo mejor la literatura va de eso.
R. Bueno, creo que fue Tolkien quien dijo que todos los libros importantes tratan sobre la muerte. Y hay algo de verdad en eso, porque la muerte es nuestro destino y debemos afrontarlo. Todo lo que hacemos en la vida es un intento de negar la muerte. Debido a que hemos avanzado tanto en el campo de la medicina tenemos ideas absurdas sobre la inmortalidad.
P. Alguna vez dijo usted que veía su alma como algo imperecedero.
R. Sí, es cierto. Pero también he dicho que tengo muchas dudas acerca de la religión. Me siento muy atraída por la religión, pero al mismo tiempo siento mucha incertidumbre. Vivo en un estado de flujo espiritual. Nunca estoy segura al cien por cien. La fe no está en la certidumbre. Y creo en la permanencia del alma. Y eso queda reflejado en el último libro.
P. Nuestras almas vagando por ahí, ¿en busca de qué?
R. Esa es la gran pregunta. ¡Pero yo espero que uno no tenga que volver! ¡Yo no quiero volver!
P. ¿Qué le hace feliz?
R. La familia y el trabajo, obviamente. Me considero tan afortunada de tener una familia. Cuando tuve a mi hija ya me sentía afortunada. A pesar de haberme separado, pensaba: por lo menos tengo una hija. Muchas mujeres no pueden tener hijos. Y tengo tanta suerte de haber encontrado a otro hombre con el que tuve otros dos hijos. Mis hijos son, por encima de cualquier cosa, lo más importante. Aunque es muy difícil compatibilizar el escribir con ser madre.
P. Antes de venir a verla le pedí al guionista español Rafael Azcona que me diese una pregunta para hacerle, y él me contestó que se lo preguntaría a su nieta Sara, de seis años, que es adicta a Harry Potter.
P. Eso es genial.
R. Pero usted dice que hay que leer sus libros a partir de los siete años.
P. Bueno, mi hija mayor tenía seis cuando empezó a leerlos. Siempre supe adonde iba con los libros. Así que sí, pienso que un niño de seis puede entender el primer libro [Harry Potter y la piedra filosofal] aunque el final es bastante tenebroso. No tanto como el final del segundo libro, pero siempre supe que cuando llegara al tercero, al cuarto, al quinto… se iban a morir personajes que eran muy queridos. El quinto libro es el más oscuro de todos porque hay una ausencia de esperanza, hay una atmósfera opresiva. Y creo que por eso a la gente no le gustó tanto. Aunque hay lectores que prefieren ese libro a todos los demás, pero son una extraña minoría. El quinto, el sexto y este último no creo que sean adecuados para un niño de seis años.
P. ¿Y cuándo escribió el primero pensó en un lector determinado?
R. Ese es el problema. Yo lo llamaba cuento infantil porque el personaje principal era un niño. Pero siempre fue un niño que quise hacer mayor. Y al final es un hombre, un hombre joven pero un hombre. Eso es lo inusual en libros infantiles: que el protagonista crezca. Y me alegra enormemente que la gente siga leyendo y disfrutando de los libros. Ellos se hicieron mayores con Harry Potter. Lo interesante sería que jóvenes lectores quieran leer todos los libros seguidos. Sería fantástico, me encantaría. Pero nunca pensé en los adultos como posibles lectores. Simplemente escribí lo que quise escribir y pensé que una vez acabado vería qué opinaba el posible editor.
P. Peter Mayer, el editor, que fue el primero al que primero escuché hablar de Harry Potter en España, dice que lo increíble de la serie es que se haya convertido en lectura para adultos, que esa es la clave del éxito.
R. Sí, es increíble. Sólo ahora soy capaz de mirar atrás y darme cuenta de todo. Durante diez años no me permití pensar en ello. Creo que lo hice para protegerme. Es muy difícil vivir con esa presión, pero vivía negando los hechos, constantemente. Después de cada publicación hice un esfuerzo para no leer ninguna crítica.
P. ¿De veras pudo hacerlo?
R. Sí, es muy bueno no estar pendiente de las críticas ni de lo que dicen de ti. Yo escribí lo que quise. Cuando terminé de escribir el séptimo volumen pensé que era el mejor que había escrito. Era el libro que quería escribir. Estaba más satisfecha con ese libro que con los demás. Si hubiera leído alguna crítica, ¿de qué me hubiera servido? Ya estaba escrito. No había nada que pudiera hacer. Pero ahora me puedo permitir mirar hacia atrás, y sucede lo que ha descrito usted: que los adultos empezaron a leerle los libros a sus hijos y luego ellos continuaron leyendo por su cuenta. No hay nada más increíble que escuchar a la gente decir que familias enteras leían los libros juntos. Lo he escuchado muchas veces. Leían un capítulo en familia y volvían a juntarse a leer el siguiente capítulo juntos. ¿Verdad que resulta increíble? Muchas familias me contaron que hicieron esto. Es enormemente gratificante y a muchos niveles. Desde el punto de vista literario, pero sobre todo porque los libros se convirtieron en un nexo de unión entre todos los miembros de una familia. Los libros se convirtieron en un acto social.
P. ¿Ha hecho eso con Jessica, lo hará con sus otros hijos?
R. Jessica tiene catorce años y es una admiradora ferviente de Harry.
P. ¿Qué le dijo después de leer los libros?
R. Me pregunta por qué hice una cosa o la otra, y le contestaba que era así como tenía que ser. Sí, a veces puedes dar una respuesta mecánica, como que algunas cosas se inventaron como mecanismos de narración, elementos que ayudaran a la trama. En otros casos, es más difícil de explicar el proceso de escritura. Escribí eso simplemente porque me salió así. A veces escribía como si alguien o algo me estuviera dictando.
P. ¿Podría describir quién era ese alguien o ese algo?
R. Hay tantas respuestas a esa pregunta. Podría decir: “Fui yo, fue mi subconsciente”. Sí, era mi subconsciente, así que lo que he escrito proviene de todo lo que he hecho y de toda la gente que he conocido. Porque todo y todos están en mi cabeza en algún lugar. O podría decir que fue la musa. Y me gusta más pensar que fue la musa porque eso significa que el escritor no es consciente de donde viene lo que está escribiendo, o al menos no es consciente del todo. Y ya sé que es una palabra tan manida sobre los libros de Harry Potter, pero son así, son mágicos.
P. O sea que a usted le sucedió lo que a Juan Rulfo, que escribió Pedro Páramo porque no lo encontraba en la estantería de su casa.
R. Me encanta esa historia. Y es verdad, en mi caso es exactamente así. Aunque yo no escribí lo que quería, sino lo que necesitaba escribir en ese momento.
P. Para salvarse. La literatura salva a la gente, o ayuda a salvarse. ¿Cómo le afectó a usted escribir?
R. Le diré una cosa. Si el primer libro no se hubiera publicado, a mi me salvó la vida el mero hecho de escribirlo. Siempre me dicen que el mundo que inventé es irreal; fue eso lo que me sirvió para evadirme. Sí, es cierto, es irreal hasta un punto. Pero no porque mi mundo fuera mágico, sino porque todos los escritores se evaden. Además, yo no lo hacía sólo para evadirme sino porque buscaba aclararme con asuntos que me preocupaban. Asuntos como el amor, la pérdida, la separación, la muerte… Y todo eso queda reflejado en el primer libro.
P. ¿Y qué más le dio ese primer volumen?
R. Puestos en un nivel prosaico, escribir ese libro me dio la disciplina, el enfoque y la ambición, que en aquel entonces se reducía simplemente a ver el libro publicado. Sólo tenía un objetivo, y era publicar mi libro, porque realmente creía en él. Había estado escribiendo durante mucho tiempo, pero nunca nada me convenció tanto como ese primer libro de Harry Potter.
P. ¡Cómo sería el día de la publicación!
R. Vi mi sueño hecho realidad. Fue un momento extraordinario. No me lo creía, estaba extasiada. Y de forma casi inmediata sentí como si un tren me estuviera empujando a toda velocidad por detrás, como en un dibujo animado. Pensé: “¿Qué me ha pasado?” Tres meses más tarde recibí un adelanto astronómico, según mis estándares de entonces. Tiene que entender que yo, en esa época, alquilaba un piso, no teníamos seguro, ni ahorros. Los dos llevábamos ropa de segunda mano. Ya sabe, el dinero escaseaba, y tener ese dinero [105.000 dólares] de repente fue extraordinario. Esa noche no pude dormir. Me pasé la noche entera deambulando de un lado a otro del piso. Recuerdo vívidamente que la mitad de mi cabeza decía: “¡¡puedes comprar una casa, ya puedes comprar una casa!!” Y la otra mitad decía: “No voy a poder hacer esto, es imposible”. Por aquel entonces ya escribiendo el segundo libro y pensé que no podría hacerlo. Al día siguiente empezaron a aparecer periodistas, me dieron un premio importante, me llamaron de The Sun para comprar los derechos sobre la historia de mi vida, y los periodistas empezaron a rondar por delante de mi casa. Y le diré una cosa: aquello me dio mucho miedo.
P. ¿Por eso teme a los periodistas aún ahora?
R. No, no los temo. Recuerdo a un par de periodistas en particular que intuyeron mi incredulidad y mi vulnerabilidad y me ayudaron. Uno de ellos trabaja para Daily Telegraph. Me entrevistó y después apagó la grabadora y me dijo: “Esto es lo que tienes que hacer”. Y me dio consejos acerca de cómo tratar a los periodistas. Él sabía que yo quería mantener mi vida privada, y me dijo que eso estaba muy bien, que habría periodistas que me iban a odiar, pero que no pasaba nada. También me dijo que tenía todo el derecho a mantener a mi hija aislada de la prensa, porque siempre me negué a llevarla conmigo a las entrevistas y a que le sacaran fotos. Algo me decía que si dejaba que le sacaran una foto no pararían. Le estoy hablando de la prensa de este país, del Reino Unido. Así es como funciona. Él me animó a que siguiera actuando de ese modo porque era lo correcto. Y siempre le estaré agradecida por esos consejos. Le hice caso. Dicho eso, también he de decir que me mantengo en contacto con algunos periodistas.
P. Sus libros parece que están llenos de claves personales.
R. Tiendo a usar fechas significativas. Cuando necesito una fecha o un número, normalmente uso algo que está relacionado con mi vida personal. No sé por qué hago eso, es un tic. El cumpleaños de Harry es el mío, por ejemplo. Los números que aparecen o las fechas que vienen en los libros tienen relación conmigo.
P. Escribir su primer libro la extasión. ¿Y la presionó el éxito, saber que millones de personas esperaban sus textos?
R. Me tomé muy en serio no pensar en ello. Obviamente, hubo momentos en los que algunas noticias se filtraban, sobre todo durante los libros cuatro y cinco. Ahí sí que noté la presión, y creo que se hace evidente en la escritura. Se nota que estaba estresada y bajo presión. Ahora que puedo mirar atrás, recuerdo que fue así y si leo los libros se me hace obvio.
P. ¿Cómo se encontraba?
R. Cuando llegué al cuarto libro estaba muy quemada. Había producido un libro por año durante cuatro años, mientras criaba a mi hija sola, sin niñera ni ayuda de ningún tipo. Me sentía exhausta. Y realmente pensé: “Ya no puedo más, tengo que parar”. Y se lo dije a mi editor, que si seguía así no iba a poder seguir escribiendo. Además, el cuarto libro es un libro mucho más largo que todos los demás. Necesitaba que fuera más largo por la trama, pero el esfuerzo también era doble. Y casi de forma inmediata conocí al que es ahora mi segundo marido. Fue en ese momento cuando me estaba resultando muy difícil no pensar en los lectores.
P. Usted es Harry Potter. Y usted misma lo dice: “Harry es mío”. ¿Siempre supo cómo iba a acabar? ¿Siempre supo que iban a ser siete libros?
R. Siempre supe lo que le iba a pasar. Desde el principio tenía toda la trama esbozada, sin los detalles, pero siempre supe que su historia se iba a terminar. Y ha terminado, aunque muchos fans están muy disgustados. No hay forma de hacer resurgir la historia de Harry. El mundo que he creado da pie a que existan otros libros, pero sólo decirlo me pone nerviosa porque siento que hasta que me muera la gente me seguirá preguntando: ¿Para cuándo el próximo libro? Pero la historia de Harry ha terminado. Y siempre quise que fuera así. Terminarlo fue muy duro. De hecho, fue devastador.
P. El final es conmovedor: “La cicatriz [de Harry] seguía allí y después de diecinueve años ya no duele”.
R. Es simbólico. Todos repetimos la mentira una y otra vez: la de que el tiempo lo cura todo. Y no es verdad. Hay cosas que no se curan; algunas cosas no pueden corregirse ni curarse. Cuando alguien a quien quieres se muere, nunca llegará un momento en el que te olvides o que no recuerdes. Lo que me permite el tiempo es aprender a vivir con esa pérdida. Entonces te acostumbras a vivir con ese vacío y puedes seguir funcionando. Pero eso no es curar. Me pareció interesante el hecho de que mucha gente especulara sobre el futuro de Harry, sobre su cicatriz. Decían que la cicatriz iba a desaparecer, pero la cicatriz siempre fue para mi un signo simbólico de algo que no podía corregirse. No duele pero sigue allí.

P. Escribe ahí también: “Harry Potter, el niño que sobrevivió”. Lo dice el maestro, y dice que sobrevivió porque fue fiel a sus convicciones, gracias a ello venció Voldemort. ¿Usted es así?
R. Me gustaría poder decir que sí porque creé un héroe con atributos heroicos. Leí en algún sitio: “Un héroe no es más valiente que los demás. Es tan solo valiente durante cinco minutos más”… Harry es así. Siente el miedo en el libro cinco. Por eso es tan oscuro ese libro. Y tiene una especie de ataque de nervios. Llega un momento en que se pregunta: “¿Por qué yo? ¿Por qué me sucede esto a mi? Ya estoy harto de esto”. Pero luego se pone en pie y es valiente durante cinco minutos más. Volviendo a su pregunta, ojalá fuera así yo mismo, pero la verdad es que nunca me he tenido que probar en ese sentido.
P. ¿Es usted feliz?
R. Mucho más que antes.
P. ¿De qué cosas ha conseguido deshacerse?
R. Me produce mucho alivio ser más mayor y aceptar quien soy y saber quien soy. Cuando tenía veinte años y durante toda esa década lo pasé realmente mal. Creo que le pasa a mucha gente, pero no lo dicen. Cometí muchos errores, algunos graves. Ahora me siento mucho más segura.
P. En todos los libros hay la conciencia de que uno se puede salvar si tiene amigos, pero la historia de Harry es también una historia de soledad.
R. Estoy totalmente de acuerdo. Le he dado a Harry mi fallo, que es una tendencia a encerrarme, a aislarme cuando estoy bajo presión, triste o feliz. Tiendo a aislarme. Pero sé que eso no está bien, que no es saludable. Y eso se lo di a Harry. Aunque eso sea también lo que le hace heroico, lo que le prepara para actuar por sí solo. Pero las personas más cercanas a él le tienen que recordar que no lo tiene que hacer solo, que es importante estar conectado. Y ese mensaje es importante.
P. ¿Harry es su héroe?
R. Sí, bueno, en la vida real mi héroe es Robert F. Kennedy. Creé a un niño que intenta actuar con moralidad, que a pesar de haber sido agredido y lastimado física y mentalmente aún sigue atraído por el lado bueno de las cosas. Y es genuino y leal, y yo encuentro heroicas todas esas cosas. Y también es capaz de aceptar responsabilidades que nadie quiere asumir. Él está preparado para decir: me han dado esta responsabilidad, la cumpliré.
P. La gente se fija en las cifras de su vida, en lo rica que es, pocas veces se dice que también es un ser humano; parece que la ven con la varita mágica, como Harry Potter.
R. Sí, lamentablemente es así. El asunto del poder es interesante porque realmente ¿sobre qué tengo poder? Cuando veo mi nombre en listas de gente poderosa, cosa que hago poco, lo pienso. El poder no es algo que deseara nunca, y además no tengo poder. Rica, sí, lo soy. He ganado mucho dinero por lo que me siento agradecida, pero así es como es. Cuando la gente se acerca a mi y me pregunta por la cantidad de dinero que tengo… Hace poco estaba caminando por Edimburgo y una señora se me acercó y me preguntó si yo era J. K. Rowling. Le dije que sí, y entonces me contestó: “Te mereces todo lo que tienes”. No creo que se refiriera al dinero, y que te digan eso es maravilloso. Pero creo que la obsesión por el dinero es global; aquí, en el Reino Unido, tenemos listas, millones de listas, de gente rica mayor de cuarenta años, menor de cuarenta, para la que yo ya no califico, porque tengo 42… Lo de la riqueza es una obsesión, no sé si será lo mismo en España.
P. La fantasía, en sus libros, completa a la gente.
R. Sí, así es. Los seres humanos necesitamos fantasía y magia. Tenemos la necesidad del misterio. Sir James Frasier [en su libro The Goleen Bow] dice que en la religión el hombre depende de Dios, pero en la magia el hombre depende de sí mismo, con lo cual a través de la magia uno mide la capacidad del hombre. Y la magia se convierte en una existencia ideal. La magia lleva a una existencia humana. En el libro número seis el Presidente le dice al Ministro de la Magia: “Ustedes lo pueden resolver todo con sus varitas mágicas”. Y el ministro le responde: “Sí, pero en el otro lado también usan magia”. Necesitamos magia y la defiendo a toda costa. La magia es una parte muy importante de la literatura. Y jamás desaparecerá por esa razón.
P. Imagínese que por un instante tuviera la capacidad de hacerse invisible.
R. ¿Hacerse invisible? Eso sería lo mejor.
P. Hay ese diálogo entre el profesor y Harry: “¿Es esto verdad o está sólo dentro de mi cabeza?”
R. Y el profesor le dice: “Claro que está dentro de tu cabeza, Harry, pero eso no significa que no es real”. Es clave ese diálogo. He estado esperando a usar esas frases durante los diecisiete años que hay desde que empecé a escribir Harry Potter. Sí, así es. Todo este tiempo he procurado trabajar para poder escribir esas dos frases. Escribir la escena de Harry adentrándose en el bosque y Harry manteniendo ese diálogo.
P. Y a veces Harry está en el mundo real.
R. Por supuesto. Es importante tener luz y oscuridad. Es un mecanismo muy convencional pero poder crear una transición entre un universo mundano y la existencia cruel y opresiva. Añade sombras. Pero a medida que la historia continúa, lo que yo esperaba alcanzar era que lo que antes era adentrarse en la miseria, que ir a la casa de los Dursley [la familia no mágica] se convierta en algo cómico. A medida que Harry se hace mayor y va ganando poder y confianza se va encontrando mejor con los Dursley y donde reside la oscuridad y el mal es precisamente en el mundo que antes era el mundo de la luz y la magia. La familia pasa de ser cruel a ser cómica y ya en el libro siete llega a alcanzar el patetismo, cuando la tía se descubre cómo una mujer celosa y, desde su punto de vista, una mujer machacada.

P. Su editora española me pide que le pregunte por el destino de la familia no mágica.
R. ¡Muy bien, tendré que escribir un libro octavo, ja ja ja! En serio, creí que no hacía falta escribir más sobre esa familia. Creí que el lector sabría que habían sido protegidos y que salieron de su escondite. Cuando me lo preguntan los fans, les digo que gracias a su encuentro final Harry y Dudley pueden intentar tener una relación amistosa, que se mandasen tarjetas de navidad y pasar a visitarse de vez en cuando. Sería incómodo, pero lo intentarían. Porque lo importante es mantenerse conectado. Nunca podrían ser buenos amigos, pero intentarían mantener una amistad… Dudley sabe que Harry le ha salvado la vida. Bueno, él cree que le salvó la vida cuando en realidad le salva el alma.
P. ¿Quedan más cicatrices en su vida, en la suya, en la de Harry Potter?
R. Si lo que me pregunta es si escribiré más libros, si me quedan asuntos pendientes de resolver, la respuesta es sí. Pero a Harry le llevé a trabajar al Ministerio. Tengo que creer que existe la posibilidad de deshacerse de la corrupción y le veo en esa batalla. Pero se ha convertido en un padre de mediana edad, preocupado sobre si a su hijo le va a ir bien en el colegio.

P. En el mundo de verdad, ¿sin varita mágica?
R. No, siempre con varita mágica.
P. ¿Tiene usted varita mágica?
R. ¿No es eso la musa?
P. ¿Sigue escribiendo con bolígrafo?
R. Sí, siempre.
P. Tal vez sea la varita mágica.
R. Sí, quizá sea eso. Y mire: la varita mágica me ha atrofiado el dedo, de tanto usarlo.
P. Dice usted que habría elegido la piedra de la resurrección, como Harry…
R…. y me hubiera equivocado… Creo que una vez que algo se muere pertenece a otro lugar. Cada persona tiene una responsabilidad hacia otra. Yo la tengo con mis hijos, y si estuviera tratando de rescatar a alguien de la muerte, no sería bueno para mis hijos. Mi deber es con ellos y con su futuro. La resurrección es una tentación enorme pero es peligrosa.

P. Tal vez la escritura sea una especie de piedra de la resurrección.
R. Sí, claro. Pero creo que uno se da cuenta de eso cuando está escribiendo para realizar su sueño. Si sólo es así, la escritura para mi pierde valor. Describir tu fantasía no es lo mismo que crear un mundo.
 
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